Convertido
el negocio en un juego donde no todos saben, conocen y respetan todas
las reglas, comienza una partida sin igualdad de condiciones.
Dejando
de lado la voz de la experiencia, la conciencia e incluso la propia
dignidad humana; puesta la mirada en el símbolo del dólar y soñando
con castillos en el aire, no tarda en sorprender un inesperado «game
over» sin posibilidad de volver al «menú» a tantos y tantos
perdedores de hogares. Luchadores insaciables, cargados de rabia,
dolor, arrepentimiento y esperanza, verán en estas fichas, un
pequeño homenaje para no cerrar sus voces y retomar sus fuerzas.
Quizás mejor que la codicia dé paso al esfuerzo y los reproches a la verdadera voluntad de montar nuevas vidas en vacías casas llenas de necesidad de calor.